El vértigo es una sensación de inestabilidad provocada por nuestro propio cuerpo, generando de manera subjetiva que lo que tenemos a nuestro alrededor se mueva y de vueltas o que sea nuestro propio cuerpo el que se mueve en el espacio con una sensación de giro. Es un trastorno que a menudo se acompaña de náuseas y/o vómitos y que deja bastante incapacitado a quien lo sufre.
El vértigo, según las consideraciones tradicionales, puede generarse por uno o varios factores: el oído interno (aparato vertibular), el sistema propioceptivo, el ojo y el cerebelo.
El primero que se suele comprobar es el sistema vestibular, del oído interno. Está relacionado con el equilibrio y el control espacial, por ejemplo cuando hacemos movimientos, giros o aceleraciones. La relación se produce mandando información desde unos sensores que hay en el sistema vestibular hasta los músculos motores de los ojos mediante impulsos nerviosos. De esta manera, los sensores perciben los movimientos que hacemos y compensan los movimientos de la cabeza moviendo los ojos para que así podamos mantener la mirada estable.
El problema se da cuando se producen esos impulsos hacia los ojos de manera involuntaria, por ejemplo, cuando hay un mal funcionamiento de los otolitos (sales de carbonato cálcico y proteínas que se encuentran en el líquido endolinfático del sistema laberíntico). Para solucionarlo se realizan las maniobras de otorrinolaringología, como las de Epley, para reposicionar los otolitos y solucionarlo.
Un factor que no se suele tener en cuenta en relación a los vértigos y que es muy común en la aparición de los vértigos es la compresión de los vasos sanguíneos encargados de suministrar sangre – y por tanto, oxígeno- al cerebro y del retorno sanguíneo del mismo.
Este circuito de entrada y salida de sangre puede estar alterado si alguno de los vasos sanguíneos encargados de ello está comprimido, principalmente la arteria vertebral, la arteria carótida y la vena yugular.
Un cerebro al que no le llega la suficiente sangre, o que se queda estancada por la compresión de la vena yugular, es difícil que tenga un funcionamiento óptimo. Este estancamiento de la sangre puede producir la sensación de embotamiento.
Hemos comprobado con una ecografía como el paso de sangre por la vena yugular llega a doblarse tras hacer la alineación del Atlas. Hay que tener en cuenta que la arteria vertebral pasa por dentro de los agujeros de la apófisis transversa del Atlas, y que la arteria carótida y la vena yugular pasan justo delante del Atlas.
Otra de las consecuencias de un Atlas desalineado es que el posicionamiento del hueso occipital – situado en la parte posterior inferior del cráneo – no esté en un plano horizontal. Con el análisis postural que hacemos en la clínica podemos comprobar una y otra vez como esto es mucho más común de lo que se cree. Este cambio de la posición propicia que el cerebelo, que se aloja en el occipital, tenga un posicionamiento desequilibrado, ¡siendo el encargado del equilibrio y la coordinación corporal!
El Atlas también tiene que ver con el buen funcionamiento de los ojos, pues está estrechamente relacionada la musculatura suboccipital con la musculatura de los ojos. Un ejemplo: estando sentados con la cabeza apoyada y relajada, si movemos los ojos de una lado a otro con los párpados cerrados, se puede comprobar con nuestras manos como se contraen y relajan los músculos suboccipitales.
Por último, el sistema propioceptivo también se ve comprometido, puesto que la musculatura suboccipital, al estar el Atlas desalineado, está mucho más estresada, con un exceso de tono e incluso contracturada, generando una cadena de compensaciones a partir de ahí.
Son músculos que tienen mucha más importancia que el resto en el sistema proipoceptivo, ya que tienen 36 husos neuromusculares por gramo, mientras que muchos músculos no llegan ni a 1 huso por gramo (0,7 husos el gluteo mayor).
Indirectamente, cualquier problema de columna vertebral puede acabar generando una predisposición al padecimiento de vértigos y mareos, pues estos problemas acaban haciendo que la musculatura de la espalda esté más contraída y tensa, con las consecuencias que ya hemos visto que tiene el exceso de tensión sobre el sistema vascular.
Por tanto, el Atlas está relacionado con todos los sistemas implicados en el vértigo que de manera tradicional se contemplan: oído interno, cerebelo, sistema propioceptivo y ojos. Además de tener vital importancia en el sistema circulatorio, cosa que no se tiene muy en cuenta a la hora de valorar el tratamiento del vértigo.
Por ello, recomendamos siempre la alineación de la vértebra Atlas para tratar o prevenir los vértigos. Además de que muchas veces va a incidir sobre el origen del problema, no olvide que va a ejercer una prevención sobre problemas futuros en la columna vertebral y el resto del organismo.
En Clínica Columna Vertebral podemos ayudarle a ello gracias a nuestros años de experiencia en el sector. Contacte con nosotros y concierte una visita cuanto antes para solucionar sus problemas de vértigo.